Reseña: Runas, de Adrián A. Penilla
No todo es lo que parece. Cuando estuve a punto de morir atropellado, hice algo que solo ocurre en las novelas que leo: magia. Ahí comenzó la carrera para sobrevivir, fue en ese momento cuando el mundo sobre cuyos cristales rotos ya caminaba decidió romperse un poco más. Dejé de ser el Devon de siempre, el que iba con Fei de discotecas y el que volvía siempre a una casa donde ya nadie me esperaba. Dejé de ser yo, para ser otro Devon muy distinto, uno que luchaba y realizaba invocaciones imposibles para dar esquinazo a la muerte. Y claro… eso no le gusta a todo el mundo.
Todo su mundo se viene a bajo cuando Devon casi es atropellado y la magia hace aparición. En nada se ve envuelto en una batalla entre dos organizaciones, pero ¿quién son los buenos y quién son los malos? Nada es lo que parece y Rhoa lo sabe bastante bien. Como hijo del líder de Antebellum y comandante de su grupo de Elite tiene que ser perfecto en todo para que nadie pueda criticar la decisión de su padre. Sin embargo, algo ha cambiado. ¿Ha llegado el momento de aceptar la verdad?
Nunca era fácil, por mucho que me lo dijesen. Arrebatarle la vida a alguien estaba mal. Cada vez que mataba a un enemigo, algo dentro de mí se rompía.
Este debut literario de Adrián A. Penilla, nos traslada a un mundo de invocaciones con un sistema de magia bien desarrollado. Se nota las influencias de la literatura juvenil de la fantasía urbana. Sin embargo, el autor consigue romper clichés tan usados en estas historias y les da un vuelta de tuerca: no existe el típico chico protagonista que dice ser diferente pero con el que todo el mundo se puede identificar; el personaje poderoso no es el protagonista, sino que es su amiga, y aún así, ella falla y se equivoca como cualquier persona.
Siguiendo con los protagonistas, Runas está escrita en presente en pasado desde la perspectiva de dos chicos muy diferentes: Devon y Rhoa. Esto permite que podamos ver y experimentar de primera mano los sentimientos y pensamientos más profundos de estos personajes. Esas diferencias de carácter (el primero es directo e impulsivo, el segundo piensa las cosas antes de hacer algo) hacen que las similitudes brillen aún más: a ambos les cuesta aceptarse.
A pesar de lo que digan, que te guste alguien de tu mismo género no significa que seas débil. Al contrario; demuestras un gran valor al decirlo con la cabeza bien alta.
Aquí entra uno de los temas más importantes de la novela: aceptarse une misme. No solo por la sexualidad, sino también por tu forma de ser. Muy relacionado con esto está uno de mis clichés favoritos: «la familia encontrada». Esa familia que surge por amistad y por vivencias compartidas, tanto en lo bueno como en lo malo. Va más allá de la amistad y, sin duda, una gran familia alocada es lo que encontramos en esta novela. Entre estos miembros, me gustaría destacar Vanille, un ser de luz que esconde su dolor tras una sonrisa y mucho amor.
—La familia crece —comentó Fei, con una sonrisa tierna dibujada en sus labios.
—Y la familia se mantiene unida siempre —respondí yo.
Entre las escenas de amistad y de familia, también encontramos escenas de amor, tanto subidas de tono (con su cortinilla correspondiente), como escenas tiernas. Sin embargo, en un momento puntual me ha parecido un poco precipitado, al igual que otra escena de batalla. No sé si ha sido por el ritmo ligero y rápido, propiciado por los capítulos cortos. Es el único fallo que he encontrado, porque las descripciones están muy bien hechas y consiguen transportarte dentro de la historia.
En resumen, Runas es una historia de fantasía urbana, ligera y directa, en la que el público juvenil puede verse identifica. La familia, la amistad, el deber y el amor son temas cruciales en esta novela llena de magia e invocaciones. Definitivamente, la volveré a releer y desde aquí pido al autor que escriba más sobre este mundo.
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